Los elementos químicos son sustancias puras, que no están combinadas con otras. Es decir, los elementos son las sustancias más simples que existen. De la combinación de los elementos se forman todas las demás sustancias que hay en nuestro planeta y en el universo. Es asombroso que los millones de sustancias distintas que existen sean el resultado de la combinación de unos cuantos elementos.
Actualmente se conocen aproximadamente cien elementos en total y están registrados en la tabla periódica. Ejemplos de elementos son el oro, la plata, el cobre, el hierro, el oxígeno, el yodo, el azufre, el hidrógeno, etc. Cada elemento tiene un nombre y un símbolo que lo identifica. El nombre cambia con el idioma, el símbolo no. Por ejemplo, el elemento oro se nombra “gold” en inglés, “or” en francés, “arany” en húngaro, “kulta” en finlandés, “vang” en vietnamita, etc., pero sin importar el idioma o el país, el símbolo químico del oro es siempre Au. Los elementos químicos se clasifican en metálicos y no metálicos.
Los elementos están constituidos por partículas muy diminutas llamadas átomos; a cada elemento le corresponde un tipo específico de átomo; por ejemplo los átomos del elemento oro son distintos a los átomos del elemento plata. Los átomos son increíblemente pequeños, por lo que un trocito de oro está formado por trillones y trillones de átomos de oro.
Suele decirse que un elemento está formado por átomos del mismo tipo (iguales) pero esto no es exacto. En la mayoría de los casos, los átomos que constituyen a un elemento no son exactamente iguales, sino que se diferencian en su número de neutrones, es decir, son isótopos. Entonces, la mayoría de los elementos están formados por dos o más isótopos.
Lo que sí es igual en todos los átomos de un elemento determinado es el número de protones (número atómico); esto es lo que le da la identidad a un elemento. En conclusión, la forma más exacta de definir a un elemento es la siguiente: “un elemento es una sustancia que está formada por átomos con el mismo número atómico”.