En la fusión se unen átomos ligeros para formar otros átomos más pesados. Lo que se une son los núcleos de los átomos formando otros núcleos más grandes; por ello a este fenómeno se le denomina fusión “nuclear”. Un ejemplo de la fusión nuclear es la unión de los núcleos de hidrógeno para formar núcleos de helio; este fenómeno ocurre en las estrellas, como expliqué en el tema “Origen de los elementos”.
La fisión es el fenómeno contrario de la fusión (aunque los nombres se parecen, no debemos confundirlos). En la fisión se fragmentan átomos pesados generando otros átomos más ligeros. Lo que se fragmenta son los núcleos de los átomos; por ello a este fenómeno se le denomina fisión “nuclear”. Un ejemplo de la fisión nuclear es la fragmentación de los núcleos de uranio dando lugar a núcleos más ligeros, de bario y kriptón principalmente; este fenómeno ocurre durante una explosión nuclear, como expliqué en el tema “Separación de los elementos”.
Finalmente, en el enlace químico se unen átomos, pero no a nivel de sus núcleos, sino por medio de los electrones que se encuentran alrededor. Es decir, en un enlace químico los átomos se mantienen ligados por medio de sus electrones, pero cada uno conserva su identidad; los núcleos de cada átomo no se alteran. Cuando se forman enlaces químicos entre dos o más átomos, no se genera un átomo más pesado, sino una partícula más compleja denominada “molécula”. Por ejemplo, si se enlazan dos átomos de hidrógeno a un átomo de oxígeno se forma una molécula de agua.
En conclusión, en la fusión y la fisión los núcleos de los átomos cambian; por lo tanto, en estos fenómenos ocurre una transformación de ciertos átomos en otros átomos distintos. Por otra parte, en el enlace químico los núcleos de los átomos no cambian; por lo tanto en este caso los átomos no se transforman en otros distintos. En el enlace químico los átomos se enlazan para formar moléculas.
